Con más de 100 años de historia, la Biblioteca Nacional de Israel tiene una nueva y espectacular casa. Abrió en días oscuros, en octubre pasado, pero ha estado repleta desde el comienzo, cumpliendo su cometido de ser el recinto que resguarde la memoria del pueblo judío y del Estado de Israel.
La Biblioteca Nacional de Israel abrió las puertas de su nuevo recinto, un espectacular edificio emplazado en las cercanías de la Knesset, institución que, en 2007, promulgó una ley para convertir a esta biblioteca en el recinto destinado a resguardar toda la documentación judía del mundo, y a ser un centro cultural abierto, tanto físicamente como en línea, para todo aquel interesado en conocer el acervo del “Pueblo del Libro”.
“Nuestros orígenes están en 1892”, recuenta Naomi Schacter, directora de Relaciones Internacionales de la Biblioteca Nacional de Israel. “La gente empezó a enviar libros desde Europa del Este y teníamos una pequeña operación, hasta que, en los años 20, se estableció la Universidad Hebrea. Para ese entonces ya habíamos crecido y la universidad nos pidió que fuéramos su biblioteca”.
Se trata de un diseño de Herzog & De Meuron, una firma suiza de gran prestigio internacional, y contó tanto con financiamiento público como privado. Para su inauguración, nos cuenta Schacter, se había planeado toda una semana de actividades, con la presencia de personalidades de la política y de la cultura, conciertos y demás.
Todos los eventos de inauguración fueron cancelados pero el recinto abrió sus puertas al público. “Fue muy emotivo cuando abrimos y la gente vino”, recuerda la promotora, en entrevista remota, un mes después de haber visitado México como parte de sus actividades oficiales.
“La gente había visto cómo se construía el edificio y quería verlo (por dentro)”, agrega. “Una cosa que descubrimos es que mudarnos durante la guerra añadió toda una nueva dimensión al ambiente dentro de la biblioteca. En este hermoso lugar hay calma, hay intelecto, hay inspiración. Es un espacio que ofrece esperanza. Esperanza en un tiempo en el que Israel atraviesa tiempos tan retadores y dolorosos”.
En palabras de Schacter, la biblioteca es un espacio para la paz, pues ahí la gente se reúne a estudiar y a conversar, a mirar al pasado y a proyectar el futuro, y tiene un efecto sanador. “Somos la memoria colectiva del pueblo judío.
Aliza Moreno Goldschmidt, coordinadora para América Latina de la institución, abunda sobre el papel de la biblioteca en el mundo judío: “la biblioteca se ve a sí misma como la casa de los tesoros culturales del mundo judío y del Estado de Israel. Inmediatamente, cuando sucedieron todos los trágicos eventos del 7 de octubre (…) surgieron distintas iniciativas, tanto particulares como de instituciones, para documentar los trágicos hechos”.
Recuperar los testimonios de los supervivientes y hasta reunir los mensajes de WhatsApp que se enviaron ese día son parte de esas iniciativas que la Biblioteca Nacional de Israel ha acogido como parte de sus esfuerzos documentales. Según Moreno-Goldschmidt, la institución pretende ser “el cuerpo que concentra todas estas iniciativas“.
Se trata de más de 100 iniciativas que han surgido alrededor del mundo y que la Biblioteca Nacional deberá recoger, clasificar y conservar para cumplir su misión de ser el recito que albergue la memoria de estos hechos, los últimos en la larga historia de una civilización acostumbrada a enfrentar retos colosales y a sufrir la persecución, la guerra y la violencia en carne propia.
Fuente: Enlace Judío