Voy a hablar en presente —porque a pesar de que Ana Frank muere a los 14 años-, sigue viva a través de su obra, su querido Diario Kitty como ella cariñosamente lo llamaba.
Ana nace en el seno de una familia judía acomodada. Ante la disyuntiva de caer en las manos de las hordas nazis o esconderse, la familia Frank (los padres, Margot -la hija mayor- y Ana) deciden por esto último, Junto con otras cuatro personas, se refugian en un pabellón situado detrás de un patio (el anexo como Ana lo llamaba) donde pasarían 25 meses.
Ana fue una niña feliz en su vida escolar, una “vida bendita” como ella lo escribiera en su Diario. Era la predilecta de la mayoría de los profesores, tenía muchos admiradores y numerosas amigas. Era alegre, coqueta y divertida, y sumamente mimada por sus padres. “¿Qué más se puede pedir?” decía Ana
Vivía agradecida a D’os que desde su nacimiento le había dado la posibilidad de desarrollarse y de escribir: la de “Expresar todo cuanto acontece en mí, pues al escribir yo puedo contactar todo: mis pensamientos, mi idealismo y mis fantasías”.
A raíz de su forzado cautiverio, la vida de Ana tuvo que cambiar, aunque conservo su fortaleza, su buen humor, su esperanza de que la guerra terminaría pronto y que D’os salvaría nuevamente a Su pueblo, como lo había hecho en otras ocasiones. “… a pesar de todo, sigo creyendo en la bondad innata del ser humano.
Fue entonces que su Diario le resultaba de gran ayuda: “Querida Kitty, espero confiártelo toda como hasta ahora no he podido hacerlo con nadie. El papel es más paciente que los hombres. Las personas escondidas adquieren experiencias curiosas”.
ANA FRANK ERA UNA JOVEN REBELDE.
Recibía constantemente regaños de sus padres porque era demasiado rebelde y tenía un carácter muy vivaz, que a veces ofendía a las personas. Consideraba que sus padres no la comprendían “¿Habrá padres capaces de dar entera satisfacción sus hijos?”
Durante los años de su pubertad – que le parecían maravillosos -, Ana escribe: “yo no quería oír hablar de “edad ingrata”, de “otras muchachas” y de que “eso pasaría”: yo no quería ser tratada como una muchacha igual que las otras, sino única y exclusivamente como Ana tal cual es”.
SE SENTIA “UN ALMA SOLITARIA”
En muchas ocasiones, Ana se sentía terriblemente sola, excluida, abandonada y relegada por sus padres, y lloraba su soledad en su cuarto. “A veces llorar alivia”.
3. EXPERIMENTABA UN GRAN AMOR POR LA NATURALEZA.
El mirar el cielo estrellado, la luna y la naturaleza la apaciguaba y le restituía la calma. “La naturaleza me hace humilde, y me preparo a soportar todos los golpes con valor optimista”.
4. ADOLESCENTE ENAMORADA.
Ana amaba a Peter -su novio- quien, junto con su familia, se encontraba también escondido allí. Frente a las cuestiones sentimentales, se cuestionaba: “Existen el corazón y el cerebro siempre… cada cual habla en el momento determinado, ¿pero cómo saber si he elegido bien?”.
5. ANA FRANK ERA OPTIMISTA.
Generalmente se mostraba optimista, confiaba que la guerra terminaría pronto, “Y que los- judíos serían personas como los demás y no solamente judíos, y podrían hacer valer sus sentimientos…”
Sus estudios, sus esperanzas, su amor por el cosmos, por su querido Peter, para todo la bello la hacía sentirse plena, así como el saber que cada día crecía interiormente y el sentir la bondad de cuantos la rodeaban; todo le ayudaba enormemente. “¿Par qué habría de desesperarme?”.
6. EN OCASIONES LA EMBARGABA UNA “TRISTEZA MORTAL”.
Esa “tristeza mortal” -como Ana la llamaba-, era la que sentía por no poderse divertir y hacer las cosas felices que sí les era permitido a los niños no judíos. “Desearía que los demás puedan olvidar que soy judía y que sólo vieran en mí a la muchacha que pide nada más que una cosa: divertirse, divertirse, divertirse”.
Igualmente sentía esa misma aflicción frente al dolor ajeno, como cuando pensaba en sus mejores amigas quienes habían caído en manos de los crueles nazis por el solo hecho de ser judías. “Sólo resta implorar a D’os para que haga un milagro y salve todavía algunas vidas… ¡Con tal de que Él oiga mis plegarias!”.
7. FEMINISTA ADELANTADA A SU EPOCA.
Ana Frank no podía imaginarse viviendo solamente como todas las amas de casa que cumplen con su deber y son relegadas. “Si D’os me dejar vivir, iré mucho más lejos que mamá, tendré un marido y varios hijos, trabajaré para mis semejantes y tendré un lugar en el mundo… no me mantendré insignificante“.
8. ANA FRANK, HUMANISTA.
Consideraba que en su refugio, ellos estaban mejor que millones de otras personas: “Nosotros somos a tal punto egoístas que nos permitimos hablar de la post guerra, regocijándonos de la perspectiva de ropa y Zapatos nuevos, cuando deberíamos economizar cada céntimo para salvar a los afligidos después de la guerra o, al menos, todo lo que quede por salvar”.
9. SU RELIGIOSIDAD.
Ana Frank no era una persona religiosa según los cánones tradicionales judíos: su religiosidad consistía en hablarle a D’ os “con una tranquilidad y una confianza verdaderamente admirable” (1). Por las noches agradecía a D’ os por todo: la seguridad de su escondite, su salud intacta, por su amado Peter, por la felicidad, el porvenir y por todo la que ella disfrutaba: el mundo, la belleza y lo que forma parte de ésta. |
“Pueden regocijarse quienes tienen una religión… No les es dado a todos creer en el cielo o en el temar al castigo después de la muerte… pero una religión, sea cual fuere, mantiene a los hombres en el camino recto”.
10. CONSCIENTE DE SU CONDICION DE JUDIA Y DE LA INJUSTICIA DEL ANTISEMITISMO.
Ana sentía, al igual que los demás del grupo, un hondo pesar al saber que el antisemitismo se había apoderado de ciertos círculos donde antes, jamás, se hubiera pensado en eso. “La causa de este odio contra los judíos es plausible a veces hasta humano, pero es inadmisible… sólo me resta confiar que esta ola de odio contra los judíos será pasajera porque el antisemitismo es injusto”.
Le resultaba demasiado triste tener que aceptar la vieja y repetida sentencia: “De la mala acción de un cristiano, éste mismo es responsable; la mala acción de un judío recae sobre todos los judíos”,
11. TENIA UN ENORME AMOR HACIA EL ESTUDIO
Allí, en su refugio, Ana realiza su gran deseo de estudiar y aprender. ‘Devoraba’ libros de Historia, de Arte y literatura, escritores, poeta y pintores), Mitología de Grecia y Roma y muchas cosas más. La música siempre ‘la sacudía profundamente. Resulta disparatado lo que una escolar puede aprender en un día”.
“Fue allí, en el ambiente paradójico, difícil y tantas veces intolerable, donde Ana descubrió a la vez su propia existencia y la de los demás… Lo asombroso es que haya sabido conservar su libertad, su fantasía y la alegría aúnen los peores peligros… Ahí está esa mezcla de madurez y de frescura que da a su Libro su atractivo único. ¿A qué habría llegado la maravillosa niña que, sin saberlo ha escrito esta especie de obra maestra?” (2).
12. LA MUERTE DE ANA Y SU INMORTALIDAD
En mayo de 1945, Ana Frank murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen, después de ocho meses de cautiverio y a solo dos meses de que éste fuera liberado. Hay personas que se engrandecen a la hora de su muerte o después; Ana Frank, a pesar de haber fallecido a ten temprana edad es una de ellas. Después de la guerra, Ana hubiera querido viajar, visitar países, conocer gente; su mayor anhelo era llegar un día a ser célebre escritora y, más tarde, inmortal.
Pareciera ser que el destino le hubiera impedido llevar a cabo sus deseos, pero, gracias a su Diario sus esperanzas de inmortalidad se realizaron. La vida de Ana conocida a través de su Libro» ha viajado, ha trascendido el tiempo y el espacio, ha sido traducido a más de 10 idiomas; su fama sigue creciendo, así como el amor y la admiración que le profesan sus millones de lectores.
Yo me pregunto: ¿cuál fue la defensa racional o irracional que le permitió a Ana Frank sobrevivir esos ocho meses frente a tan adversas circunstancias, mismas a las que se enfrentaron también los sobrevivientes de la Shoá? ¿Fue su fortaleza física, mental o espiritual, sus aptitudes, habilidades, conocimientos (artísticos, culturales, de idiomas, etcétera), su fe en ellos mismos, en D’os, en el hombre, en el mañana? ¿Fue acaso el designio divino, su buena suerte, su valor, la entereza, el destino o quizás un milagro?
Su historia es parte de numerosos textos escolares.
(1) ROPS, Daniel. Prólogo al Diario de Ana Frank.
(2) Ibidem.
Fuente: Enlace Judío