En cierta ocasión un padre llevó a su hijo a dar un paseo al bosque, como era pequeño, su papá lo llevaba sobre sus hombros, al rato lo puso a caminar para que se ejercitara y le dijo: debes caminar hasta la casa.
Al poco rato el Niño empezó a llorar porque decía que estaba muy cansado y no podía dar “un paso más”. El Padre cortó una rama de un arbusto en el bosque, la alisó con su navaja; y colocó un pequeño cordón en el extremo más grueso y le dijo al niño: -“Mira Hijo, aquí tienes tu propio caballo para que te lleve a la casa”.
El Niño emocionado se animó, montó sobre aquel “caballito de madera” y comenzó a correr hasta llegar a la casa y aún después de llegar siguió corriendo por el jardín hasta que tuvo que irse a bañar y acostarse rendido.
Te invitamos a reflexionar en cuántas veces somos como el niño, que pensamos que ya no podemos andar más por la vida y es cuando Dios nos envía a alguien que nos ofrece un “caballito de madera” para continuar disfrutando ahora de la vida.
Todos, en algún momento necesitamos palabras de aliento o la compañía de alguien cercano que nos alegre cuando pasamos por momentos de dificultad.