Durante siglos, el hebreo fue un idioma que dejó de hablarse en la cotidianeidad de la vida judía y quedó limitado al uso sinagogal y religioso. Al igual que el latín, vino a ser un idioma que sólo se usaba en la liturgia y en la discusión académica. En la vida diaria, los judíos hablaban en ladino, árabe e ídish, dependiendo de dónde vivieran.
Sin embargo, con el impulso del sionismo desde finales del siglo XIX y, sobre todo, inicios del siglo XX, el hebreo renació en su propio hogar y con su propio pueblo, y recuperó la condición de lengua viva y activa. Se trata de un fenómeno inaudito.
Irving Gatell nos explica como esto no fue solo a nivel lingüístico, sino parte del renacimiento de toda una nación.
La restauración plena de la identidad judía no ha sido nada más la refundación de Israel, sino también la recuperación de nuestro modo de hablar.
Fuente: Enlace Judío